EL CRONISTA MARAVER Y ALFARO,
HIJO ILUSTRE DE FUENTE OBEJUNA
Manuel Peláez del
Rosal
Real Academia de
Córdoba
Diario CÓRDOBA, 6.4.2017
Con este sano propósito hemos vuelto la
vista atrás para perfilar y completar la biografía de una histórica figura
cordobesa, la de Maraver, cronista de la capital y de la provincia, escasamente
divulgada, tanto en su pueblo natal, Fuente Obejuna, como en la ciudad en la
que transcurrió una buena parte de su vida.
En anterior ocasión publicamos un
artículo que ha tenido una amplia repercusión y que titulamos “Notas sobre el
primer cronista oficial de Córdoba y su polémico nombramiento”. Ahora rematamos
este aspecto del polifacético personaje, abundando en su también ganada a pulso
distinción honorífica de cronista provincial que se sumó a la municipal
reconocida con anterioridad.
Transcurría el año 1862. Estaba reciente
aún el viaje de la reina Isabel II a la capital, en la que por agasajarla
desmesuradamente se endeudaron las arcas públicas. En la sesión de la
Diputación provincial de 17 de octubre “se dio lectura de una exposición del
cronista municipal D. Luis Maraver con que acompaña un libro en folio
manuscrito ilustrado con láminas y buena encuadernación sobre los
acontecimientos del viaje de SS.MM. y AA.RR. por esta provincia dedicado a la
Corporación… La Diputación –añadía el acta- solo pudo examinarlo ligeramente y
agradecida a la atención del Señor Maraver determinó nombrarle Cronista
provincial honorario y que se le diese una gratificación de dos mil reales para
ayudarle a los gastos que se le habrán ocasionado”.
Maraver “individuo “intuitivo y eficaz”,
llevó a debido efecto su ofrecimiento viendo la luz el manuscrito con el título
“La Corte en Córdoba” y remitió a la Diputación 80 ejemplares para que los
diputados los distribuyesen entre los pueblos de sus distritos y poder tener
estos una noción exacta de los festejos con que la provincia de Córdoba obsequió
a los Reyes.
La figura del cronista municipal y provincial don Luis Maraver y Alfaro ha sido examinada con relativa profundidad por los arqueólogos, uno de los cuales, Jorge Maier, ha redactado la entrada inserta en el Diccionario Biográfico Español abundando en esta faceta que aún siendo importante no es ciertamente ni la única ni la más significativa. Lamentablemente se han reproducido reiterados errores en cuanto a la fecha y lugar de nacimiento que ocurrió el 17 de octubre de 1815 en Fuente Obejuna (no en 1812, ni en 1814).
Se lamentan asimismo sus
biógrafos de no saber cuáles fueron los primeros pasos de su niñez y juventud,
siendo así que aprendió las primeras letras en su villa natal (“…por quitarme
de la casa/ en la escuela me pusieron: ¡y qué poco aproveché!/ en cambio salí
maestro/ en jugar a la pelota/ y en apedrear los perros/”). Eso sí, destacan
sus famosas expediciones y excavaciones realizadas en Fuente Tójar y
Almedinilla (1867), y a las discrepancias para hacer lo propio en Munda (1868),
lo que le valdría ser nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de
la Historia.
En
este mismo sentido apenas si se ha reparado en su profesión principal, que fue
la de médico de homeopatía, entendiendo por ésta la basada en la doctrina de
que “lo similar cura lo similar”, y afirman que es poco lo que sabemos sobre su
formación sin entrar en más detalles. El propio Maraver encubierto en el
seudónimo Fray Liberto dirá que tras su retorno a casa después de haber
permanecido varios años en la ciudad de Córdoba y cansado de “estudios
sacristanescos” cursó la carrera de Medicina en la Universidad de Sevilla (no
en Madrid), profesión que ejercería durante más de 20 años hasta su marcha a la
capital del Reino a finales de la década de los sesenta del siglo XIX.
Hay
otros testimonios más que se suman a lo anteriormente expuesto y que
complementan su especialización. En la escritura otorgada el año 1865 ante el
escribano cordobés López de Ilarduy respecto a su profesión declara ser médico
y “cirujano”. Existen datos de 1854 y 1860 según los cuales consta su
participación en las medidas acordadas para remediar las epidemias de cólera
morbo que azotaron en aquellas calendas la capital.
Desde
1870 hasta 1886, en que falleció, Maraver se dedicó en cuerpo y alma a la
edición de un periódico satírico, titulado “El Cencerro”, con el que alcanzó la
celebridad.
Los
restos de don Luis Maraver descansan en el cementerio civil de Madrid. Un
sobrio obelisco deja aún ver su nombre por cima de una corona de laurel y una
pluma, como únicos emblemas que dieron sentido a la vida y a la obra de quien
fue a la postre convicto republicano y federalista, además de poeta, profesor,
inspector de antigüedades, coleccionista numismático, historiador, dibujante,
editor y periodista.
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