sábado, 20 de noviembre de 2021

Manuel Peláez del Rosal. "Un español en Filadelfia" (Diario Córdoba, 19.11.2021)



Un español en Filadelfia


Una persona que no quería revelar su identidad comenzó a publicar a finales del siglo XVIII artículos calificados como panfletarios


Diario Córdoba, 19.11.2021 



Con esta escueta expresión en lengua inglesa (’a Spaniard in Philadelphia’), y a modo de aldabonazo, una persona que no quería revelar su identidad comenzó a publicar a finales del siglo XVIII una serie de artículos calificados como panfletarios «pro la causa republicana e hispanoamericana», en el más prestigioso órgano de información de la ciudad de Filadelfia, Aurora and General Advertiser.

La intención del redactor, que no era periodista ni corresponsal, pretendía llamar la atención en la entonces capital de la nación sobre los movimientos independentistas de las colonias: Nueva España (Méjico), Nueva Granada (Colombia y Venezuela), Perú, e incluso en el cono sur el Río de la Plata (Argentina), todos ellos ricos virreinatos bajo la dominación borbónica.


¿Quién era el atrevido «reportero» que ocultaba su nombre? Tardaría aún algún tiempo en revelarlo, y cuando lo hizo, lo fue con un falso apellido, pues bautizado como Manuel Truxillo se hacía pasar por Manuel Torres, indicando tan solo que era español y que vivía en Filadelfia. De aquí el enunciado con el que rotulaba sus ardientes colaboraciones en prensa.

La figura de Manuel Truxillo o Manuel Torres ha desencadenado desde muy antiguo una cascada de opiniones, en gran parte inexactas o erróneas, en cuanto a los más elementales datos de una persona, como son el lugar y la fecha de su nacimiento. Respecto a la primera de estas referencias se ha afirmado que Manuel Truxillo vio la luz en Córdoba, en el Sur de Córdoba, en Baena, en la villa de Priego, incluso en Tenerife. 

La misma fluctuación se proyecta sobre el segundo de estos pormenores, atribuyéndole como circunstancia temporal de su natalicio la de 1762, 1764 o 1767, decantándose oficialmente por la segunda de estas tres fechas, 1764, que es la esculpida en la lápida que le fue descubierta en el año 1926 en la fachada de la iglesia de Old St. Mary’s de la ciudad más importante del estado de Pensilvania en donde se encuentra inhumado, pero sin indicar el lugar de su naturaleza. 

Y la mayor parte, por no decir todos, de quienes han biografiado al articulista que no quería revelar su nombre, posiblemente para enaltecerlo, lo magnifican por reputarlo sobrino del arzobispo de Santa Fe y después virrey de Nueva Granada y finalmente obispo de Córdoba, don Antonio Caballero y Góngora.

Una concienzuda investigación sobre estas tres variables a través de los libros sacramentales de las poblaciones que pudieran arrogarse su cuna nos ha situado en el camino exacto, pues Manuel Truxillo Ximénez fue el tercer hijo del prieguense Antonio Truxillo y de Manuela Ximénez, oriunda de Castillo de Locubín, y vio la luz primera el 28 de marzo de 1763 en la villa de Priego, con cuyos datos se disipan las dos primeras incógnitas y se confirma su patria española. 

La tercera, es decir, el parentesco con Caballero y Góngora, o sea su vínculo de consanguinidad, ha sido más difícil de refutar, ya que la magnitud histórica de Manuel Truxillo se debe en gran parte a esta suposición, pero el complejo y abigarrado árbol genealógico del prebendado cordobés, en el que se comprenden seis hermanos y otros tantos hermanastros, no lo facilitaba.

Contra todo pronóstico, ser Manuel Truxillo hijo de una hermana o hermanastra de Caballero y Góngora, para así llevar este apellido en segundo lugar, no ha sido posible constatarlo en la numerosa progenie. La suerte, que es caprichosa aliada del investigador, ha dado finalmente fruto, ya que en el testamento de uno de los hermanastros de Caballero y Góngora, don Francisco Tomás Caballero, se establece un legado a favor de Antonio Truxillo, padre de Manuel Truxillo, de quien el causante dice que es «mozo» suyo.

No fue, por tanto, Manuel Truxillo sobrino de Caballero y Góngora, sino un allegado, pariente o familiar, como así quedó registrado en la licencia de embarque a América, fechada en 1780 en Cádiz, destino Cartagena de Indias.

Lo que sucedió a Manuel Truxillo en los años venideros como residente en el virreinato de Nueva Granada, está bastante pormenorizado. Los años en los que vivió el Truxillo hijo en «la corte» de Caballero y Góngora estuvieron preñados de su influencia y poder. Trabajó en la Secretaría y en la Real Hacienda del virreinato, aprendió inglés, se convirtió en un experto en finanzas y operaciones comerciales, y fue testigo directo de la inconmensurable actividad de su allegado, pero no sobrino, el arzobispo.

Hoy en Filadelfia y desde hace algunos años, el rotativo de amplia difusión AL DÍA tiene instituidos unos premios titulados «Ambassador Manuel Torres», en memoria de quien fue encargado de negocios, ministro, agente diplomático de la República de la Gran Colombia y conseguidor de su reconocimiento como tal por los Estados Unidos, amigo personal de los presidentes Adams y Monroe, e inspirador de la famosa doctrina «América para los americanos». Hora es ya de que se rinda culto a su memoria por razón de justicia histórica, una vez resueltas las incógnitas del lugar y fecha de su nacimiento y de la relación con su protector inicial el arzobispo-virrey Caballero y Góngora.

** Real Academia de Córdoba

domingo, 1 de agosto de 2021

Próxima publicación.- Manuel Peláez del Rosal. Iglesia de Ntra. Sra. de la Aurora y San Nicasio.

Manuel Peláez del Rosal.

Iglesia de Ntra. Sra. de la Aurora y San Nicasio.

Próxima publicación.

Su adquisición puede realizarse mediante suscripción anticipada al PVP de 10€ mas gastos de envío.


Para más información: mpelaez@uco.es






Manuel PELÁEZ DEL ROSAL: Historia de la Hermandad del Buen Suceso de Priego de Córdoba, Edita Fuente del Rey, Priego de Córdoba 2008

Manuel PELÁEZ DEL ROSAL: 

Historia de la Hermandad del Buen Suceso 

de Priego de Córdoba,

Edición Revista Fuente del Rey 

(Asociación de Amigos de Priego de Córdoba),

Priego de Córdoba 2008


Libro en Pdf.

https://drive.google.com/file/d/1Cgw9NXwg8Zh5PNV7MJTYVVrmGJA2a7_h/view?usp=sharing






viernes, 14 de mayo de 2021

Manuel PELÁEZ DEL ROSAL: "El Abad de Alcalá la Real Alonso Antonio (Madrid 1642-Cuenca 1705)", en Jesús Nazareno nº 45 (Priego de Córdoba Abril 2021). pp. 32-37.



 Manuel PELÁEZ DEL ROSAL: 

El Abad de Alcalá la Real Alonso Antonio (Madrid 1642-Cuenca 1705). 

Notas complementarias para su biografía relacionadas con varias

 hermandades prieguenses y en particular 

con la rogativa de Jesús Nazareno (año 1672).

en 

Jesús Nazareno nº 45 

(Priego de Córdoba Abril 2021),

pp. 32-37.

PDF.

https://drive.google.com/drive/u/3/folders/0B_qj7U8eykCgQmZ5ZDd6d25SeUk


Durante los años 1666 a 1676 rigió los destinos de  la abadía de Alcalá la Real, que abarca la comarca  prieguense, Alonso Antonio de San Martín, hijo  adulterino del rey Felipe IV. Fue su predecesor el  gallego don Francisco Salgado de Somoza, que entre  otros beneficios para Priego había logrado que se establecieran tras un dilatado proceso difícil de gestión  los franciscanos descalzos alcantarinos, quienes  construirían al lado de la iglesia de San Pedro su  convento, (hoy convertido en parte en Plaza de Abastos y aparcamiento municipal) nota 1. 

Dada la importancia que  para la cofradía de Jesús Nazareno local significó la  fundación y aprobación en 1672 de las Constituciones  de la Hermandad llamada en su origen de la Rogativa  –también aprobó las de la Hermandad de los 72 o  de Jesús de la Columna, dos años después-, hemos  considerado oportuno e interesante hacer un breve  esbozo de la biografía del personaje, sus relaciones  con la entonces villa de Priego, y el legado de este  valioso documento cuya vigencia alcanzó hasta el año  1819, en que el obispo-abad Manuel Cayetano Muñoz  y Benavente dotó al veterano instituto de otro cuerpo  legal.  


Nacimiento y adopción 

Alonso Antonio de San Martín nació en Madrid en  el año 1642 en el Real Sitio del Buen Retiro. Era hijo  del rey Felipe IV (fig. 1), a la sazón casado con la reina  Isabel de Borbón (fig. 2), su primera esposa, y de una  moza soltera toledana que prestaba sus servicios  profesionales como dama suya, llamada Tomasa María  de Aldana y Noroña, natural de Illescas. Eran tiempos  en los que se decía en la Corte que los sacerdotes  existían para rezar y las reinas para dar a luz, y si bien  no era totalmente cierto el primer inciso, en cuanto  al segundo no cabía discusión, pues el monarca  le propinó siete hijos, de los que nueve fallecieron  durante la infancia y de los dos supervivientes, uno de  ellos varón, el Príncipe Baltasar Carlos, murió víctima  de la viruela a los 17 años, y su hermana María Teresa  desposó a su primo, el famoso Rey Sol, Luis XIV de  Francia. Con su segunda esposa, su sobrina Mariana  de Austria, Felipe IV tuvo cinco hijos más, el cuarto  llamado Carlos sería el heredero, conocido con el  sobrenombre de “El Hechizado”. 


Figura 1.-

Llama la atención de que siendo ilegítimo el futuro  abad de Alcalá la Real, procreado “ex damnatu coitu”,  no llevara como alguno de sus hermanastros (fig. 3)  el cognomen Austria, (por ejemplo su medio hermano  Juan José inscrito en el libro sacramental cono hijo de  la tierra, aunque en realidad su madre fue una famosa  actriz conocida como la Calderona), o no habiendo sido  reconocido por su progenitor no recibiera el apellido  materno. En su partida de bautismo se le asignaron  como padres biológicos o putativos a Juan de Valdés  y María Díaz, personajes no muy bien identificados,  pero posteriormente otro empleado del Alcázar Real,  de nombre Juan de San Martín, mero auxiliar al servicio  de la mesa regia (Gentil Hombre de Boca), aceptó ser  su padre adoptivo conforme al derecho justinianeo en  su tipología de menos plena, y a cambio de ello recibir  varias prebendas (desde ser nombrado caballero de la  Orden de Santiago, aposentador de libros, y teniente  de canciller mayor del Consejo de Indias, hasta Ayuda  de Cámara en 1648). El niño “regio”, sin embargo,  estuvo emparentado con más de treinta bastardos,  hijos todos de su verdadero padre, y de varias madres  promiscuas, lo que indujo al historiador alemán Ludwig  Pfandl a opinar del rey que era “un Hércules para el  placer y un impotente para el gobierno”.


Figuras 2, 3 y 4.-


Estudios 

Beatriz García Fueyo, que es la mayor experta  y al más alto nivel en reconstruir la vida y obra de  Alonso Antonio de San Martín (nota 2), ha dedicado muchas  páginas a este sobresaliente “ilegítimo”, adulterino o  bastardo real, resaltando entre algunas de sus facetas  sorprendentes las de haber cursado primeramente  estudios de Gramática y Artes en el Colegio Imperial  de la Compañía de Jesús en la Villa y Corte y las de  ingresar en el Colegio Mayor de San Ildefonso de la  Universidad Complutense de Alcalá de Henares, por  notoriedad de sangre, en el que residió desde 1656  a 1659, hasta recibir en la entonces Universidad de  Sigüenza de San Antonio de Portaceli, y por unanimidad  del tribunal, los grados de bachiller, licenciado y doctor  al mismo tiempo, en 1675, sin realizar ninguna prueba ni estar presente el candidato. 

No siendo electiva la paternidad, la del generante  natural, no puede decirse por ello que el bastardo no  hiciera una buena carrera, logrando, gracias a sus  protectores sin duda, pero también por méritos propios,  sortear el difícil camino para conseguir diversas  pensiones, el arcedianato de Huete, dos beneficios  simples y un tercio de otro en la iglesia colegial de Santa  María la mayor de Antequera, sendas bulas papales  dispensándole la ilegitimidad (defectum natalis),  con fundamento en la restitutio natalium romana, y  posteriormente a su cese como abad de Alcalá la Real  el obispado de Oviedo (nota 3) y, finalmente, el de Cuenca,  diócesis en cuya catedral está sepultado. Dice la  leyenda que murió envenenado, tal vez por haberse  decantado en cuanto a los derechos sucesorios a la  muerte del rey Carlos II entre austracistas y borbones,  a favor de los primeros. 

Nombramiento de abad de Alcalá la Real y  mandato (1666-1676) 

La propuesta para conseguir el oficio-beneficio de la abadía de Alcalá la Real fue inicialmente suscrita  en 1665, por su padre biológico, el rey Felipe IV, pero  sería la reina gobernadora, doña Mariana de Austria,  fallecido el monarca, quien la llevó a feliz término. 

El 25 de junio de 1666 hacía su entrada en la sede  alcalaína el abad, y en ella y en su Palacio Abacial de  la Mota (figs. 4 y 5) se residenció de continuo, salvo  algunos viajes hechos a la Corte, por pertenecer al  Consejo de S.M o por asuntos propios.  

Figura 5.-


En la década que duró su mandato como abad,  Alonso Antonio de San Martín desplegó una intensa  actividad, caracterizada y básicamente proyectada  en varias direcciones, una de ellas la relativa a su  oficio eclesiástico, aunque sin mucha experiencia, por  haber sido ordenado diácono un año antes, en 1665,  y presbítero al siguiente. Y de inmediato comenzó  a sentar las bases de lo que debería ser su política  religiosa en relación con determinados derechos de  precedencias en actos públicos, tanto laicos como  en solemnidades religiosas, lugar a ocupar en las  procesiones, preeminencias y costumbres, venia  verbal en los sermones, distribución de las tres llaves  del arca o Sagrario en donde se encierra el Santísimo  el Jueves Santo, dar o recibir la paz, las velas o las  palmas el Domingo de Ramos, misa mayor conventual  con la participación de la capilla de música, y de  músicos cantores (en alguna ocasión componentes  de la capilla de música de Córdoba), familiares  acompañantes tras de sí en los actos a los que asistiere  el cabildo o la Ciudad, dotación de capellanías,  recaudación de rentas y diezmos y otros relacionados  con la Cámara Apostólica. 

Activó igualmente las  relaciones con las órdenes religiosas, y en su fecunda  gestión supo rodearse de un equipo de colaboradores  bien preparado para cumplir con su responsabilidad, y  entre sus integrantes el provisor y vicario general don  Francisco Montero Obregón, el vicario licenciado don  Pedro Ruiz de Jamilena, y don Pedro Muñoz de los  Díez, al que apoderó en varias ocasiones para asuntos  de relevancia, y al que designó patrono del convento  capuchino, y también a Francisco Fernández Aparicio,  su secretario de Cámara y Gobierno como se intituló  en el sermón que predicó en el convento del Rosario  de Alcalá la Real en 1671 el doctor don Lucas López Novella.

Su política conciliadora fue asimismo ardua con ambos cabildos, el civil y el eclesiástico, para que en lo sucesivo se dirimieran las diferencias o controversias sin manifestar “escrúpulo de disputa”, y todo ello en aras de preservar la dignidad del cargo y evitar disensiones exteriorizadas, disimuladas u ocultas. Su carácter pacificador fue una constante de su paso por la capital de la abadía. Apunta el cronista de la provincia de Granada, el P. Alonso Torres, que en el archivo del convento de San Francisco de Priego se conservaba una concordia entre el guardián y religiosos suscrita con el comisionado del abad don Alonso, el doctor don Lucas López, visitador de la abadía, en la que se ordenaba hacer los entierros de los niños, a gusto de sus padres, en el propio cenobio “en la conformidad que se hacen los entierros de los cuerpos mayores”, prohibidos hasta entonces (nota 4).

El mismo autor refiere que en el archivo de Alcalá la Real existía un auto del abad Alonso Antonio, de fecha 20 de marzo de 1672, por el que mandaba al licenciado Juan de Anchuela que el cuerpo del difunto licenciado don Pedro de Hinojosa depositado en la iglesia mayor, que se oponía, pudiese ser enterrado en el convento de San Francisco, una vez que el provincial lo autorizara, lo que se llevó a cabo pagando los derechos correspondientes.

Política reformista como gobernante y actividad pastoral

No menor relieve alcanzó su actividad reformadora en dos frentes destacados. El primero, relacionado con obras de saneamiento, reparación o mejora de los edificios eclesiásticos de Alcalá la Real, como la iglesia de San Juan Bautista, que hizo, una vez efectuada coadjutriz de la Santa Iglesia Mayor, o las nuevas capillas de las cofradías nazarena y columnaria o el convento de San Pedro de la villa de Priego, además de encargar bellas esculturas a Pedro de Mena y pinturas a Pedro Atanasio Bocanegra. Y el segundo, con el capítulo reformatorio jurídico, para la aprobación de nuevas normativas elevadas en algún caso a escritura pública, necesaria para el buen funcionamiento del territorio de la abadía (nota 5), por lo que se refiere a la villa de Priego la fundación en 1670 de la Hermandad y Congregación de Nuestra Señora de las Angustias (nota 6)la aprobación en 1672 de las Constituciones de la Hermandad de Jesús Nazareno (Rogativa) (nota 7), y en 1674 las de Jesús de la Columna (Hermandad llamada de los 72) (nota 8).

Petición de la fundación de la Hermandad de la Rogativa y auto de su aprobación

En el Archivo Histórico Nacional (nota 9) se conserva una copia de las Constituciones originales de la Hermandad de la Rogativa precedida por la petición para su aprobación y el auto del abad signado por su Secretario de Cámara do Francisco Fernández Aparicio, cuyo tenor al pie de la letra es el siguiente (fig. 6):


Figura 6.-

“Petición (al margen). Ilmo. Sr.: Diego de Mora Garrido, Francisco López de Mora, Luis de Rojas. Juan Muñoz de Santaella y Pedro de Mora, vecinos de la villa de Priego, por sí y los demás vecinos de dicha villa parecemos ante Vuestra Señoría Ilustrísima y decimos que habiendo padecido los vecinos de dicha villa la enfermedad de contagio los años de cincuenta y cincuenta y uno, algunos de dichos vecinos, con ánimo y buen celo buen celo de servir más bien a Dios nuestro Señor se juntaron y congregaron y de un acuerdo y conformidad dispusieron una hermandad de cincuenta personas, vecinos de dicha villa, con cualidad de que cada uno de ellos todos los viernes de la semana había de dar de limosna cuatro maravedíes y con la dicha limosna se habrá de celebrar cada dicho viernes una misa cantada, en la Capilla de Jesús Nazareno del convento de señor San Francisco de la dicha villa, donde se situó y dedicó dicha hermandad que se ha dicho, y continuado más tiempo de veinte y dos años por la salud de dicha villa, y asimismo con obligación que muriendo algún hermano se diese de limosna cada uno de dichos hermanos cuatro cuartos, y con la dicha limosna le dijese una misa y vigilia y las demás rezadas que alcanzase la dicha limosna, y con esa buena fe ignorando que para ello hubiera necesitado de licencia de Vuestra Señoría Ilma. y de sus antecesores, se han conservado en dicha hermandad, a vista scientia et paciencia de dichos Padres Abades y de sus Provisores y Vicarios, sin que se les haya impedido hasta de presente, con pretexto de decir que dichos Hermanos han traído una hechura de un Santo Cristo Crucificado que lo tenemos con toda decencia en la dicha capilla de Jesús Nazareno, para consuelo de dichos Hermanos, y en el artículo de su muerte llevarlo a sus casas, y ponerlo en un altar con toda decencia, y con ella volverlo a dicha capilla, sin que se pueda dar a otra persona, con unos paños negros que para ello tenemos dedicado, y esto no puede ser de perjuicio a otra obra semejante, antes es para mayor fervor y devoción de dichos Hermanos, y que se conserve y aumente la dicha hermandad de cualquier forma, que se quiere considerar a nosotros no se nos puede atribuir culpa, caso que se hubiere necesitado de dicha, porque eso se debiera entender con nuestros antecesores, al tiempo de la institución de dicha hermandad, y más no habiéndonos notificado auto en contrario hasta de presente y cumpliendo con nuestra obligación y obedientes a los mandatos de su Señoría Ilustrísima y de su Provisor, y para mejor expedición, conservación, continuación y gobierno de dicha hermandad nos mande dar licencia para ellos con las constituciones que fuere servido y obligación necesaria, porque hasta ahora no ha habido más de los acuerdos y papeles que originariamente tenemos entregados, en cuya atención y consideración, a vuestra Señoría Ilma. pedimos y suplicamos con toda obediencia y humildad sea servido de mandar concedernos dicha licencia, aprobación y confirmación de dicha hermandad, que ofrecemos estar sujetos y militar debajo de la jurisdicción ordinaria de muestras vuestra Señoría Ilustrísima y de su Provisor y Vicario, y que se nos den los despachos necesarios y por libres de la culpa que por parte del fiscal general se nos pretende imputar, que en ello recibiremos merced singular y se administrará justicia que pedimos etc.

Diego de Mora Garrido, Juan Muñoz, Santaella Pedro de Mora. Auto (al margen) Vista de esta petición por su Señoría el señor don Alonso Antonio de San Martín, mi señor, abad de esta abadía, del consejo de Su Majestad, dijo que daba y dio licencia a los contenidos en ella, para que funden la hermandad y congregación que refieren para el mayor servicio de Dios, nuestro Señor y ejercicio de su fervoroso celo, y para que señalen el número de hermanos de que se hubiere de componer y constituciones y ordenanzas que hayan de guardar, y las obligaciones que les hayan de incumbir, y hecho todo se traiga original ante su señoría el abad mi Señor, para que habiéndolo visto, determine y mande lo que fuere servido, y en el ínterin que lo ejecutan no usen y ejerzan acto alguno de los que acostumbraban hacer, o hacían antes de este decreto, ni se intitulen con nombre de hermandad, cofradía o confraternidad, pena de excomunión mayor, latae sententiae trina canonica en derecho premisa ipso facto incurrenda, y pena de diez mil maravedíes a cada uno de los que lo contrario hicieren, y con apercibimiento de que se procederá a otras mayores y según se hallare por derecho, y para que tenga efecto lo daba y dio licencia su señoría para que se vuelvan a sus casas, y así lo proveyó, mandó y firmó e Alcalá la Real en veinte y cinco de junio de mil seiscientos setenta y dos años.

Don Alonso Antonio de San Martín. Ante mí Francisco Fernández Aparicio”.


Vicisitudes de la nueva Hermandad de la Rogativa

Quedaba, por tanto, claro que la hermandad era nueva, aunque de hecho llevara más de treinta años de atípica existencia; que su origen se remontaba al año inmediato de la extinción de la peste (“contagio, peligroso y terrible acaso”, se hará constar en el preámbulo del texto de las nuevas Constituciones) de 1650, dígitos estos dos últimos que simbolizarían aunque de modo clausus o limitado en cuanto a la composición de sus miembros (que después se fijaría en 110); que el fiscal de la Abadía se había percatado de su palmaria existencia e interesado su regularización (tal vez por la concesión en 1669 a la hermandad todavía no de iure, sino de facto, de una bula o jubileo papal, y por el estrépito o repercusión que produciría ese hecho); y que debería contar con la autorización o licencia de la autoridad eclesiástica respecto a las constituciones o reglas por las que habrían de regirse en lo sucesivo, bajo las sanciones que procedieren en otro caso, pena de excomunión y diez mil maravedíes (fig. 7) a cada uno de los que lo contravinieren u otras mayores en su caso; siendo su finalidad la celebración de una misa cantada todos los viernes del año, el pago de una limosna de cuatro cuartos, y una misa y vigilia rezada en caso de muerte con duelo previo en la casa del difunto ante un “Santo Cristo Crucificado” que se había comprado, misa que se diría por su alma y por las del Purgatorio, y el nombre con el que se debería denominar al nuevo instituto ya legal, “el de la Rogativa de Jesús de Nazareno”, y todo ello con “el cristiano ánimo de agradar a Dios” y para satisfacción de los hermanos solicitantes.


Figura 7.-


Las actas nazarenas de la cofradía y de la hermandad no recogen el hecho de la compra del Cristo de difuntos, al que alude la solicitud para la aprobación de las nuevas Constituciones de la Hermandad de la Rogativa, pero ello debió ocurrir en la sexta década del siglo XVII, hacia 1665 (no hay constancia de aprobación de cuentas por estas fechas al mayordomo Lucas Sánchez de Molina, tan solo la referencia de haberse “tenido muchos gastos”), una vez que se remodeló la nueva capilla, situada entonces a la entrada de la iglesia (en el lugar que ocupa hoy el Venerable Orden Tercero. En las actas de la hermandad nazarena se registra también un apunte de haberse aprobado las cuentas al mayordomo don Juan de Cea Barea en la ciudad de Alcalá la Real el 28 de marzo de 1676 por el doctor don Lucas López, teólogo de cámara y visitador general de la abadía “por su señoría ilustrísima el señor don Alonso Antonio de San Martín, mi señor abad de dicha abadía, del Consejo de Su Majestad, obispo electo de Oviedo”, sin expresarse felicitación alguna por el nombramiento de ascenso.


Figura 8.-

Fallecimiento y testamento del abad San Martín El abad tras su paso por la abadía y después por el obispado ovetense fue posteriormente promovido al de Cuenca (fig. 8), ciudad en la que falleció en 1705, ordenando en su testamento (nota 10) que se dijeran diez mil misas por su alma. Cuando se distribuyeron los bienes procedentes de su pontifical, a su muerte, varias alhajas fueron a parar al Jesús Nazareno del convento de agustinos de dicha ciudad, tal vez por la devoción que le profesara “el reverendo y devoto padre Abad de Alcalá la Real”, al decir de la Reina Gobernadora doña Mariana de Austria, porque el vástago real vivió “sienpre con la prudençia virtud y buen exenplo que requiere dignidad tan principal” (nota 11), pese al sambenito de hijastro.

Lejos quedaban algunas discordias del abad que sostuvo no pocos desencuentros y pleitos en su vida, como el que dirimió el nuncio pontificio en España, monseñor Fellini entre el abad y el cabildo catedral de Oviedo, o los de su provisor Francisco Montero con laicos o eclesiásticos de su jurisdicción, y entre estos el del presbítero de Priego Alonso García Gran a quien el administrador de millones, don Juan Antonio de Velasco y Zevallos, le había sustraído una carga de mosto de su pertenencia, había prendido a un criado suyo y le había vendido la mula, todo de su pertenencia, querella que terminó en el Real Consejo de Hacienda (nota 12).


Figura 9.-


El abad no usó armas reales en su escudo (fig. 9). En el báculo del abad que se conserva en el Museo de la catedral de Cuenca existe incrustado otro (fig. 10)¿también suyo? con la siguiente leyenda del salmo 89: “Misericordias Domini in aeternum cantabo” (Cantaré eternamente las misericordias del Señor), con la que se pondera la fragilidad humana frente a la grandeza divina (fig. 11). Todo un ejemplo.


Figura 10.-


Figura 11.-

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Notas

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1 Cfr. García de la Puerta, Ma I., Apunte bio-bibliográfico de Salgado de Somoza (La Coruña 1595?-Alcalá la Real 1665, autor del Labyrinthvs creditorum. Su testamento y codicilo, Universidad de Córdoba, Córdoba 2002, y Peláez del Rosal, M., Nuevos datos y documentos para la biografía del célebre concursalista Salgado de Somoza, Ediciones el Almendro, Córdoba, 2008.10 Cfr. García Fueyo, ob. cit., pp. 969-993.

2 Cfr. la excelente monografía (in extenso) Alonso Antonio de San Martín, obispo de Oviedo y Cuenca e hijo de Felipe IV, Universidad de Oviedo, 2012, y Recepción de las instituciones romanas en la biografía de Alonso Antonio de San Martín, hijo de Felipe IV, Andavira Editora, Santiago de Compostela, 2015.También la sucinta en el Diccionario de la Real Academia de la Historia.

3 Sobre esta etapa, cfr. Sanz Fuertes, Ma J., “Don Alonso Antonio de San Martín, abad de Alcalá la real y obispo de Oviedo” en XLI Congreso de la Asociación Española de Cronistas oficiales, Jaén 2,3 y 4 de octubre 2015, Diputación de Jaén, Jaén 2016, II, pp. 875-880.

4 Cfr. Alonso de Torres, Chronica de la santa provincia de Granada, de la regvlar observancia de N. Serafico Padre San Francisco, Madrid, 1683, fol. 124.

5 Tal vez la más importante fuera la reforma del cabildo eclesiástico de Alcalá la Real en orden a reducir el número de sus componentes. Cfr. Martínez Rojas, F.J., “Las Constituciones del cabildo de la abadía de Alalá la Real”, en Alcalá la Real., Estudios. Actas del primer Congreso. Homenaje a Domingo Murcia Rosales, Ayun-tamiento de Alcalá la Real, Jaén, 2009, pp. 341-354.

6 Cfr. Peláez del Rosal, M., “La Hermandad y Congregación de fieles de Ntra. Sra. de las Angustias”, en Rev. Adarve, II Época, núms. 44-45 (15 de marzo de 1978) s/p.

7 Cfr. Peláez del Rosal, M., Principios informantes de las Constituciones de la Hermandad de la Rogativa de Jesús Nazareno (S. XVII)”, en Rev. Fuente del Rey, núm. 101-102 (mayo junio 1992), pp. 11-15.

8 Peláez del Rosal, M., “La antigüedad de la cofradía de la Santísima Veracruz, agregada a la de Nuestro Padre Jesús en la Columna. Letra y espíritu de sus primitiva constituciones”, en Rev. Adarve, II Época, núms. 44-45 (15 de marzo de 1978) s/p.

9 Consejos Suprimidos, leg. 1318, Expte. 17.

10 Cfr. García Fueyo, ob. cit., pp. 969-993.

11 En su testamento dejó un legado a la ciudad de Alcalá la Real (trescientos ducados de vellón con destino a la imagen y altar de Nuestra Señora de las Mercedes). Ninguna mención a la villa de Priego, ni a sus hermandades ni devociones.

12 García Fueyo, B., ob. cit., p. 155, nota 715.

jueves, 13 de mayo de 2021

Publicaciones. Asociación de Amigos de Priego de Córdoba (2008-2021)

 PUBLICACIONES DE LA ASOCIACIÓN 

DE AMIGOS DE PRIEGO DE CÓRDOBA (2008-2021)




M. Peláez del Rosal, Biografía de Priego de Córdoba, Córdoba, 2008, 48 págs.

M. Peláez del Rosal, 
Guía mínima de Priego de Córdoba para turistas nacionales y extranjeros, Córdoba, 2006, 48 págs.

M. Peláez del Rosal, La Fuente del Rey de Priego de Córdoba, Córdoba, 2005, 48 págs.

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