lunes, 21 de octubre de 2019

ENTREVISTA. Manuel Pelaéz del Rosal: "Córdoba podría ser un sol y es un satélite.

ENTREVISTA. 
Manuel Pelaéz del Rosal: 
"Córdoba podría ser un sol y es un satélite".
ABC Córdoba, Domingo 6 de octubre.







Manuel Peláez del Rosal: «Córdoba podría ser un sol y es un satélite»


Miembro de la Real Academia de la Historia y cronista de Priego, es un jurista de largo recorrido con debilidad por los archivos



ARISTÓTELES MORENO / CÓRDOBA - :
Aunque su pasión juvenil era la historia, estudió Derecho por orden paterna. Eran los años en que la jerarquía familiar no se discutía. Hombre sin estudios, pero provisto de un incontestable sentido práctico de la vida, el padre de Manuel Peláez del Rosal asignó a sus hijos las carreras que juzgaba con futuro. El mayor, médico. Y el segundo, o sea él, abogado. Luego, el Derecho lo sedujo nada más pisar la Facultad de Granada y ha labrado una sólida trayectoria profesional a caballo entre la actividad docente y la práctica de la abogacía en despacho propio. Fue secretario general de la Conferencia de Rectores en 1978, es miembro de la Real Academia de la Historia y ejerce de cronista de su pueblo, Priego de Córdoba, desde nada menos que 1961.
A sus 77 años, mantiene una agenda profesional encomiable. Nos recibe en su despacho, atestado de manuales jurídicos por los cuatro costados.
¿Qué nos enseña el Derecho?
A vivir en paz. O, por lo menos, a pretenderlo. A vivir en orden, saber dónde están nuestras fronteras y cómo no invadir el espacio de otro.

¿Derecho y Justicia caminan de la mano?
Eso no. No todo el Derecho es justo. La Justicia es otra cosa. El Derecho es concreto y la justicia es abstracta. La justicia es la aspiración del derecho.
¿Una aspiración frustrada?
Sí, porque el litigante siempre cree que tiene razón. Y cuando no fallan a su favor es que se ha equivocado el juez. La Justicia no satisface, por lo general, al justiciable.
Y sin Derecho no hay convivencia.
Sin Derecho no hay convivencia. Permite ayudar a la convivencia. Si no existiera, la vida social sería un desastre. Lo que hace es reducir el conflicto restableciendo la convivencia.

«El Derecho nos enseña a vivir en paz y en orden, a saber dónde están nuestras fronteras y cómo no invadir el espacio del otro»

Se doctoró en Granada y se especializó en Roma en Derecho Procesal. Luego recaló en Barcelona, en cuya Universidad trabajó como profesor durante siete años. Sevilla y Salamanca fueron sus siguientes destinos y en 1978 se convirtió en secretario general de la Conferencia de Rectores, lo que le permitió entrar en contacto con las universidades europeas y vivir en primera línea la profunda transformación política de la Transición. En 1981 se trasladó a Córdoba y en 1989 abrió despacho propio, que compatibilizó con la docencia universitaria, un hecho inédito entonces en la UCO.
¿Y el Derecho Procesal es un ladrillazo o solo lo parece?
No. Tiene una leyenda negra. Pero es quizás la rama del Derecho más importante. Es la parte experimental. Es una asignatura complicada, bastante abstracta, con unos principios filosóficos muy fuertes. Las facultades de derecho no tienen un hospital para hacer prácticas. Eso lo han sufrido los colegios de abogados. Las escuelas jurídicas no han tenido éxito. En Barcelona, todos los profesores ejercían la abogacía. En Córdoba solo estaba yo entonces.
España figura en el grupo de países que más desconfianza sienten hacia el sistema judicial. ¿Hay razones para ello?
Creo que no. Es una leyenda. Un sambenito. España es como cualquier otro país de la UE. Quizás llegue pronto el día en que exista un solo código civil europeo.
¿Es factible?
Sería conveniente. Hay ahora unas relaciones muy fuertes en materia de extradición y órdenes judiciales europeas. Lo mismo se siente uno europeo en Lituania que en Gibraltar.

La mayoría de los que desconfían creen que la justicia está controlada por los partidos políticos.
La Justicia tiene un componente político. Pero creo que es independiente, aunque existan casos en que haya influencias o presión mediática. La justicia funciona. Otra cosa es que funcione según el deseo de cada uno.
Montesquieu no ha muerto.
Sigue vivo y cada vez más. La separación de poderes es necesaria.
¿Qué reforma urge?
Hacen falta muchos más órganos judiciales. Robustecer el poder judicial creando más juzgados y jueces bien preparados. En Barcelona ganamos un asunto y se lo comunicamos al cliente, que nos dijo: «Ah, ¿pero estaba todavía en el juzgado?». Se le había olvidado. Si la Justicia no es rápida no es eficaz.
La rapidez de la justicia es inversión y medios.
Sí. Hacen faltan más. Hace 50 años, en Praga había 300 jueces de primera instancia y en Madrid solo 35.


«Para el historiador, no debe haber vencedores ni vencidos. Tiene que ser objetivo, imparcial e independiente»

Es usted cronista de Priego desde 1961. ¿Qué le queda por saber de su pueblo?
Cada vez más. Tengo tantas fuentes y tanta información que no sé si me dará tiempo a analizarla. Ha habido un paso gigantesco en el acceso en los archivos y ahí está la historia de España. Ya se permite hacer fotografías. Creo que tengo buen conocimiento de mi ciudad.
Es usted miembro de la Academia de la Historia. ¿La historia es una ciencia o un arma arrojadiza entre contrarios?
Debe ser una ciencia con su metodología, su análisis, su estructura. La historia nos enseña qué ha sucedido para evitar caer dos veces en la misma piedra.
Hay veces en que la historia depende de quien la cuente.
El historiador debe ser objetivo, imparcial e independiente. Hoy hay una cierta contaminación de la historia. No se cuenta cómo sucedió sino cómo cree uno que sucedió o cómo desea que hubiera sucedido, lo cual es una contradicción.


¿La historia siempre la escriben los vencedores?
La escriben los historiadores. Y depende de dónde se sitúe uno. Para el historiador, no debe haber vencedores ni vencidos. Tiene que hacer historia desde la ecuanimidad y la independencia, y eso es lo que no se hace con frecuencia. Se toma partido y se deja de ser historiador.
¿Y qué dirá la historia de nosotros?
No van a llegar a entenderla muy bien. Córdoba es una ciudad con gran cultura y pasado. Estamos presionados por la historia. Pero el cordobés del futuro no nos va a entender muy bien.
¿Qué le va a costar entender?
Por qué no ha progresado. Córdoba está latente. No se nota su avance en todos los sentidos. Está detenida, como esperando.
¿Y cuál es el obstáculo?
Su propio ser. La apatía cordobesa. Hay una gran diferencia entre las capitales de provincia. El sevillano es más optimista y el cordobés más pesimista. El cordobés no invierte. Sigue siendo una ciudad de paso.
¿Y cómo es posible en solo 140 kilómetros de distancia?
No lo llego a entender. Quizás porque hay poca comunicación entre las capitales y cada una vive según su modo de ser.
¿Córdoba no está a la altura que le corresponde?
Está infravalorada y con el potencial que tiene podría ser una estrella en el universo con brillo muy intenso. Podría ser un sol y es un satélite.
Nuestro pasado nos deslumbra.
En cierta manera, sí. Con un pasado tan rico estamos todavía viviendo del cuento del pasado. Da gusto pasear por sus calles quizás como en ninguna otra ciudad de Europa. Tiene encanto y es un centro gastronómico por excelencia que debe explotarse más.
Usted fue secretario general de la Conferencia de Rectores en 1978. Ya ha llovido en la universidad española.
Ha cambiado muchísimo. El Plan Bolonia significa un antes y un después. Existe mucha diversificación y muchos títulos. También ha cambiado la función del profesor, que se ha convertido más en más administrativo que docente o investigador.
Cuatro elecciones en cuatro años. ¿Delito o tomadura de pelo?
El cambio de voto no se produce en tan poco espacio de tiempo. Es una sinrazón que haya esta frecuencia de llamarnos a las urnas.

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