Manuel PELÁEZ DEL ROSAL:
El cronista Maraver y Alfaro,
en Diario Córdoba, 6 de abril de 2017, pág. 6.
“Vate
de primera fuerza”, llamó Antonio Alcalde Valladares a don Luis Maraver y
Alfaro al prologar su rarísimo libro póstumo “Almacén de Quita Penas”, destacando la valía literaria y otros muchos
méritos del cronista cordobés.
La
Real Academia de Córdoba, en la recién estrenada etapa que lidera José Cosano
Moyano, ha abierto una línea editorial con el título “Cordobeses de ayer y de
hoy”, de la que ha aparecido ya un primer volumen, al que seguirán otros para
dar a conocer antiguos personajes históricos locales con nuevas perspectivas y
otros menos estudiados, por no decir ignorados totalmente.
Con
este sano propósito hemos vuelto la vista atrás para perfilar y completar la
biografía de una histórica figura cordobesa, la de Maraver, cronista de la
capital y de la provincia, escasamente divulgada, tanto en su pueblo natal,
Fuente Obejuna, como en la ciudad en la que transcurrió una buena parte de su
vida.
En anterior
ocasión publicamos un artículo que titulamos “Notas sobre el primer cronista
oficial de Córdoba y su polémico nombramiento”. Ahora rematamos este aspecto
del polifacético personaje, que fue a la postre convicto republicano y
federalista, además de académico, poeta, profesor, inspector de antigüedades,
coleccionista numismático, historiador, dibujante, editor y periodista, abundando
en su también ganada a pulso distinción honorífica de cronista provincial.
Transcurría
el año 1862. Estaba reciente aún el viaje de la reina Isabel II a la capital. En
la sesión de la Diputación provincial de 17 de octubre “se dio lectura de una
exposición del cronista municipal D. Luis Maraver con que acompaña un libro en
folio manuscrito ilustrado con láminas y buena encuadernación sobre los
acontecimientos del viaje de SS.MM. y AA.RR. por esta provincia dedicado a la
Corporación… La Diputación –añadía el acta- solo pudo examinarlo ligeramente y
agradecida a la atención del Señor Maraver determinó nombrarle Cronista provincial
honorario”.
La figura del
cronista municipal y provincial don Luis Maraver y Alfaro, “individuo intuitivo
y eficaz”, ha sido examinada con relativa profundidad por los arqueólogos abundando
en esta faceta que aún siendo importante no es ciertamente ni la única ni la
más significativa. Lamentablemente se han reproducido reiterados errores en
cuanto a la fecha y lugar de nacimiento que ocurrió el 17 de octubre de 1815 en
Fuente Obejuna (no en 1812, ni en 1814). Se lamentan asimismo sus biógrafos de
no saber cuáles fueron los primeros pasos de su niñez y juventud, siendo así
que aprendió las primeras letras en su villa natal (“…por quitarme de la casa/
en la escuela me pusieron: ¡y qué poco aproveché!/ en cambio salí maestro/ en
jugar a la pelota/ y en apedrear los perros/”). Eso sí, destacan sus famosas
expediciones y excavaciones realizadas en Fuente Tójar y Almedinilla (1867), y
a las discrepancias para hacer lo propio en Munda (1868), lo que le valdría ser
nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia.
En este mismo
sentido apenas si se ha reparado en su profesión principal, que fue la de
médico de homeopatía y afirman que es poco lo que sabemos sobre su formación
sin entrar en más detalles. El propio Maraver dirá que tras su retorno a casa
después de haber permanecido varios años en la ciudad de Córdoba y cansado de
“estudios sacristanescos” cursó la carrera de Medicina en la Universidad de
Sevilla (no en Madrid), profesión que ejercería durante más de 20 años hasta su
marcha a la capital del Reino a finales de la década de los sesenta del siglo
XIX.
Hay otros
testimonios más que se suman a lo anteriormente expuesto y que complementan su
especialización. En la escritura otorgada el año 1865 ante el escribano
cordobés López de Ilarduy respecto a su profesión declara ser médico y
“cirujano”. Existen datos de 1854 y 1860 según los cuales consta su
participación en las medidas acordadas para remediar las epidemias de cólera
morbo que azotaron en aquellas calendas la capital.
Desde 1870 hasta
1886, en que falleció, Maraver se dedicó en cuerpo y alma, encubierto en el
seudónimo de Fray Liberto, a la edición de un periódico satírico, titulado “El
Cencerro”, con el que alcanzó la celebridad.
Los restos de
don Luis Maraver descansan en el cementerio civil de Madrid. Un sobrio obelisco
deja aún ver su nombre por cima de una corona de laurel y una pluma, como únicos
emblemas que dieron sentido a su vida y a su obra.
MANUEL PELÁEZ DEL ROSAL