domingo, 9 de octubre de 2022

Conferencia de Manuel Peláez del Rosal. "1672: el marco jurídico y social de la Hermandad de la Rogativa de Jesús Nazareno" (07.10.2022)

 

Conferencia de

Manuel Peláez del Rosal

(Cronista oficial de Priego de Córdoba y Académico)

"1672: el marco jurídico y social de la 

Hermandad de la Rogativa de Jesús Nazareno"

-

Viernes 7 de octubre de 2022, a las 21.00 horas.

Capilla de la Hermandad de Jesús Nazareno, 

iglesia de San Francisco Priego de Córdoba.

- 

La circunstancia de cumplirse este año los 350 de la fundación oficial de la Hermandad de la Rogativa de Jesús Nazareno de Priego de Córdoba acaecida en el año 1672 con la aprobación por el abad de Alcalá la Real, don Alonso Antonio de San Martín de sus primitivas Constituciones, justifica la celebración de esta efeméride en pro de fecundar su memoria y fomentar la tradición religiosa y social. Nos referimos en varios apartados al precedente de la hermandad, con la que posteriormente se fundiría, es decir a la cofradía nazarena fundada en 1593, cuyas constituciones fueron aprobadas por el abad don Maximiliano de Austria, antes de su promoción al arzobispado de Santiago de Compostela. Las actas de la cofradía de Jesús Nazareno o de los “nazarenos”, recogidas en el primer libro de Cabildos (llamadas cabildos de insignias) que alcanza hasta el año 1684 son muy lacónicas y salvo algunas noticias de interés (itinerario de la procesión del Viernes Santo de madrugada, ajuar de las imágenes titulares, a saber el Gran Cristo, Nuestra Señora, San Juan y el Cristo pequeño, se reducen a los nombramientos anuales de los cargos de su organigrama (hermano mayor, alcaldes, mayordomo, escribano y consultores mensuales).

La hermandad de la Rogativa de Jesús Nazareno, complementaria o suplementaria de la anterior cofradía de Jesús Nazareno, nació de hecho en torno a los años 1650-1651, a raíz de la epidemia de peste bubónica o landre que azotó la villa en estos años, y como su propia denominación y apelativo indica fue motivada por pedir o rogar a Jesús Nazareno que de este terrible mal del contagio, enfermedad y muerte fueren librados los vecinos que intercedieran su remedio por vía de auxilio socorro o gracia sobrenatural. 

La cofradía oficial y la hermandad de hecho desde dicha fecha se aprestan a proporcionar a las imágenes un lugar o capilla en la propia sede de la iglesia conventual, la que se logra hacer o fabricar junto a la más antigua de la cofradía de la Veracruz, fundada en 1650, a los pies del templo y próxima al exterior o Compás denominado de San Francisco. Casi contemporáneo de la fundación de hecho de la primitiva hermandad de la Rogativa es el voto que en 1654 hace la cofradía de Jesús Nazareno para celebrar todos los años un novenario de misas durante la primera semana de mayo, sin carácter pasionista, antes, por el contrario, de gloria.

Para profundizar en la naturaleza de la hermandad de la Rogativa de Jesús Nazareno, potenciada por las bulas y jubileos papales de Clemente VIII (1668) y Alejandro VIII (1690) se analizan los contenidos de su articulado, en número de veinticinco capítulos, así como los solicitantes y promotores de su reconocimiento oficial, y en particular el abad don Alonso Antonio de San Martín, hijo adulterino del rey Felipe IV, que rigió la abadía de Alcalá la Real en el periodo comprendido entre 1666 y 1676, año en que fue nombrado obispo de Oviedo y posteriormente obispo de Cuenca, ciudad en la que falleció en 1705. Durante el gobierno de la abadía en la que residió, salvo algunos viajes a la Corte, desplegó una intensa política religiosa, en torno a las precedencias, derechos y prerrogativas eclesiásticas. 

Comienza el expediente que insta la aprobación de las Constituciones  con una petición que dirigen en 1672 al abad de Alcalá la Real varios vecinos de Priego (Diego de Mora Garrido, Francisco López de Mora, Luis de Rojas, Juan Muñoz de Santaella y Pedro de Mora), quienes dicen actuar y representar a otros vecinos de la villa, y en la que exponen que en los años 1650 y 1651 algunos de ellos “con ánimo y buen celo de servir más bien a Dios nuestro Señor se juntaron y congregaron y de un acuerdo y conformidad dispusieron una hermandad de cincuenta personas”.  

Su contenido incide en el ingreso de los hermanos, requisitos generales de confesión y comunión previa, prestación económica y derecho de sus familiares a suceder en el lugar del difunto, deber de asistencia a los entierros y protocolo, misa cantada de todos los viernes, novenario a celebrar el primer domingo de mayo y procesión claustral, derecho a enterrarse en la bóveda de la propia capilla, penas pecuniarias, libros de la hermandad de entradas y limosnas, cargos u oficios elegibles y aceptación obligatoria, práctica de buenas costumbres y enseñanza de la doctrina cristiana en sus hogares.

No puede entenderse la estática y dinámica de esta importante dual asociación religiosa sin apuntar algunos datos sobre la vida política de la villa de Priego en el periodo  comprendido entre 1650-1674, y la actividad de sus vecinos. En cuanto al primer particular se hace una breve referencia al marquesado de Priego y a su titular, don Luis Mauricio Fernández de Córdoba y Figueroa, a las facultades que le correspondían a su madre doña Mariana Fernández de Córdoba Cardona y Aragón, como tutora por la minoría de edad de aquél, y a los regidores de la villa de Priego también nombrados por el marquesado, a cuyo frente destacó el alcalde mayor don Alonso Fernández Mesía.

Mención especial merece igualmente apuntar la actividad principal de Priego en el periodo fundacional de la hermandad, la fabricación de tafetanes, dobletes, felpas tocas y mantos en la que se encontraban involucrada gran parte de la población, tejedores y torcedores. En una visita a los domicilios de la localidad por aquella fecha por el mayoral del arte de la seda y hermano nazareno, Pedro Muñoz Santaella, se detallan existir más de 500 familias dedicadas a esta labor  con telares propios.

Asimismo sobresale la nómina de los frailes del convento de San Esteban (25), siendo el guardián fray Bartolomé de Castro y provincial el M. R. P. fray Alonso Soriano, que en 1673, estante en el cenobio, expide una patente para nombrar síndico al patricio local, don Pedro Fernández del Campo, que también figura como hermano nazareno desde años antes. Lo habitaban en 1674 el P. fray Bartolomé de Castro, que así se llamaba el guardián, y los profesos y conventuales fray Antonio de Pareja, fray Bartolomé de Porres, fray Alonso de las Cuevas, fray Alonso Salcedo, fray Bartolomé del Villar, fray Juan Moyano de la Cruz, fray Francisco y fray José de Cea, fray Francisco Cantarero, fray Jacinto de Cuevas, fray Sebastián de la Matilla, fray Juan de Martos, fray Cristóbal de Montes, fray Juan de Montoro, fray Agustín Ventura, fray Martín de Zafra, fray Juan Romero, fray Martín de Luna, fray Melchor Navarro, fray Rodrigo Sevilla, fray Bartolomé Ruiz Márquez, fray Francisco Montero y fray Antonio de Ballesteros.

En 1672 el cabildo general de insignias no registra ningún dato extraordinario. Solo los oficiales elegidos. Tuvo lugar el día 2 de febrero y fue presidido por el vicario de la villa, el licenciado don Juan de Aguilar Fuentes y Carrera, asistiendo los siguientes hermanos oficiales y consultores: D. Blas Roldán Aguilera, Francisco de Uclés Navas, Antonio de Alcalá Moreno, Antonio Castillo Bueno, Juan Muñoz de Ribas, Juan Díaz Salvador, Bartolomé Ruiz Peligro y otros que el acta no consigna. Salieron elegidos los siguientes: hermano mayor: D. Cristóbal de Rueda Palomar, alcaldes don José de Mérida Carrillo y don Pedro Manuel Coello, mayordomo don Juan de Cea Barea, escribano don Pedro Fernández del Campo, muñidor Manuel Serrano; y como consultores en meses sucesivos Antonio Castillo Bueno, Salvador de Lara, Juan Díaz Salvador, don Juan de Cea Barea, Francisco de Uclés Navas, Antonio de Alcalá Moreno, Diego Sánchez de Aguayo, Juan Muñoz de Ribas, Nicasio Manuel Ariza, Benito de Leiva, don Juan Carrillo Aguilera Camacho y Bartolomé Ruiz Peligro, dándoles poder para que usen y ejerzan sus cargos, como lo usaron sus antecesores, a fin de cumplir con las obligaciones de sus oficios respectivos.

En cuanto a las cofradías y hermandades existentes se contabilizan las del Santísimo Sacramento, Limpia y Pura Concepción, Esclavitud de Nuestra Señora (o Consolación), Veracruz y Jesús de la Columna, Nazareno y Rogativa, Angustias y el instituto de la Santa Escuela de Cristo. Otras como la más primitiva de las Ánimas ya había desaparecido.

Tras lo expuesto son varias las conclusiones que podemos sacar. La andadura de la hermandad nazarena unificada con la antigua cofradía desde finales del siglo XVII, ha sido fecunda y continua (tan solo en el año 1681 a causa de otro amago de peste no salió en procesión el Viernes Santo) y sin ambages ni cortapisas se puede afirmar que polariza la vida religiosa de Priego no solo en Semana Santa y Fiestas votivas de mayo, sino durante todo el año. 

Sin entrar en disquisiciones y competencias que no llevan a ninguna parte, es esta hermandad y sus imágenes, sobre todo la de Jesús, la que mantiene abierta la iglesia conventual, hoy sin frailes franciscanos observantes, aunque con un pujante Orden Tercero y un rico patrimonio artístico.

La capilla nazarena que en el siglo XVIII por permuta de su primitivo espacio conventual, hoy sede del Venerable Orden Tercero, trocó con el de la cofradía más antigua del convento, la de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora, situada en su cabecera, en la nave lateral adyacente al altar mayor de la iglesia, constituye un alarde artístico barroco-rococó, digno de ser contemplado por el visitante con admiración y asombro por la belleza de su estética y por su aérea composición. 

La historia moderna de Priego no puede entenderse sin tener en cuenta este santuario artístico y este fenómeno espiritual que concita a creyentes y a no creyentes en torno a la bendita imagen de Jesús Nazareno cuya belleza irradia fuerza a quienes se acercan a Él para hacer frente a las contrariedades de la vida en estos tiempos tan convulsos como desacralizados. “No hay criatura que no se aficione a su belleza”, dijo el cronista P. Torres de la provincia de Granada en el siglo XVII, refiriéndose a la imagen de Jesús Nazareno, obra del alcalaíno Pablo de Rojas, el maestro de Martínez Montañés.

Su llama y entusiasmo sigue prendido con el mayor fulgor en el alma popular de Priego.


No hay comentarios:

Publicar un comentario