LA DEVOCIÓN A SAN
NICASIO: PROTECTOR CONTRA LA PANDEMIA
La historia incluye en su archivo
varios santos con este nombre: San Nicasio de Rouen (S. II), san Nicasio de
Reims (S. V), san Nicasio de Burgio (S. XII) y san Nicasio de Heeze (S. XVI).
Y a excepción del último se les
relaciona con las enfermedades que bajo diversas rúbricas han recibido el
nombre de brotes, plagas, contagios, pestilencias, epidemias, pandemias y, hoy,
emergencias de salud global.
Numerosas poblaciones que fomentaron
su devoción, extendidas por Francia, Bélgica, Holanda, Alemania y España les
dedicaron ermitas, iglesias o santuarios, y por la protección dispensada a sus
habitantes fueron nombrados en algunas de ellas Patrón, celebrando sus fiestas,
honras y procesiones, en su caso, en las fechas que el santoral le tiene
reconocidas. Para San Nicasio de Rouen, el 11 de octubre, y para San Nicasio de
Reims, el 14 de diciembre. Destacan, entre éstas, en España, Gavá (Barcelona),
Leganés (Madrid) y Priego de Córdoba.
San Nicasio de Reims, población
francesa próxima a París, en la que murió martirizado a principios del siglo V
de nuestra Era, fue decapitado a mano de
los bárbaros invasores de la ciudad y a las puertas de ella. En su
currículo figura haber salvado a esta ciudad de una terrorífica epidemia de
peste, suceso que le dio fama y le consagró como protector ante o frente a
ella.

La devoción de Priego a san Nicasio arranca
de finales del siglo XV, aunque se le ha querido vincular infundadamente con la
reconquista de la ciudad. Sabemos con seguridad que San Nicasio está presente
en Priego gracias a la propagación de su culto en el antiguo Reino de Jaén, de
cuya jurisdicción eclesiástica dependió esta villa como enclave importante de
la abadía de Alcalá la Real hasta el siglo XIX.
El culto a san Nicasio estuvo activo
en un periodo muy extenso en Bailén, Úbeda, Baeza, Arjona, Torres, Pegalajar,
Iznatoraf, Jaén y Martos. Existe constancia histórica de la fundación de
ermitas y cofradías con título de san Nicasio en todas esas poblaciones, como
resultado de una irradiación hagiotopográfica que penetró de norte a sur desde
el principado de Cataluña (Barcelona), reino de Navarra (Estella) y reino de
Castilla (Toledo) hasta Andalucía.

Y por miedo o sospecha a ser pasto de
la pestilencia, y de su vecina consecuencia, la muerte, se ha sentido la
imperativa necesidad de impetrar la ayuda de uno de los santos protectores contra
el contagio de mayor fama en el occidente cristiano, san Nicasio.
En el año 1487 hubo en Andalucía una
epidemia de peste que causó muy graves estragos, tantos que al año siguiente la
actividad bélica relacionada con la conquista del Reino de Granada fue muy
escasa. La gente aterrorizada huía por temor al contagio. El que quiera
librarse de la peste, se decía, “salga luego, vaya lejos, vuelva tarde”. ¿Y a
dónde huía la gente? Lógicamente a lugares no contagiados.
Ya en el año 1509 una prieguense,
Elvira Fernández, cuando hace testamento dice que “posee una casa enfrente de
la puerta de Santo Nicasio”, a cuya ermita deja como legado dos maravedíes.
Después se levantaría en los aledaños de la ermita, a mediados del siglo XVI,
por iniciativa de San Juan de Ávila el Colegio de San Nicasio, primera
institución docente para la educación y formación cristiana de la juventud prieguense.
Más adelante en 1581, un alférez alhameño,
integrado en los Tercios, llamado Francisco Márquez, traería de Flandes y
donaría las reliquias de San Nicasio que obtuvo en la villa de Mastricht como
recompensa de las monjas del Nuevo Huerto por su defensa contra el ultraje de
los que asediaban su convento. Y finalmente, en 1599 el cabildo municipal votaría
a San Nicasio como Patrón y Protector de la villa, acordando hacerle función
anual y procesión en su honor el día de su festividad.
En estos aciagos días en que la
invasión de la peste nos atribula y acongoja, pedimos a San Nicasio que nos
salvaguarde de este pérfido enemigo invisible y nos dé fuerzas, ánimos y
esperanza para esquivar el sutil límite entre la vida y la muerte, y superarlo con la plegaria, la oración y la fe, sobre todo
con la fe, que es el talismán más misterioso y supremo de la frágil naturaleza
humana.
Imágenes.-
1.- Escena del martirio.
2.- Reliquia.
3.- Procesión.
4.- Función.